Porque como una novia espera emocionada el día de su boda, cada uno de nosotros debemos anhelar la venida de nuestro Señor Jesús. Ese momento donde nos encontraremos con nuestro amado par ir a morar para siempre con él. Procuremos que nuestros vestidos estén blancos y limpios para el gran día de nuestra redención. Para que cuando él nos llame a su presencia y nos diga: …Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mateo 25:23) ¡Ven Jesús! Hay un pueblo que te espera. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo… (Apocalipsis 22:12)
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